Lactancia materna y cáncer de mama: protegiendo del riesgo a través de un vínculo
- NUTRASCIENDE CUCS
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Álvarez-Anaya Brian Alfredo¹., Salinas-Varela Yahatziri²., Solórzano-Castanedo Karla Araceli ²., Pech-Jiménez Elma Cristina².
¹Centro universitario de Ciencias de la Salud (CUCS). Licenciatura en nutrición.
²Centro universitario de Ciencias de la Salud (CUCS). Doctorado en Ciencias de la Nutrición Traslacional.
INTRODUCCIÓN
El cáncer de mama ocurre cuando algunas células en los senos crecen sin control y forman un bulto o tumor. Si no se detecta a tiempo, estas células pueden extenderse a otras partes del cuerpo. Este problema suele comenzar en las partes del seno donde se produce o por donde circula la leche materna.
A nivel mundial, este cáncer es el más común entre mujeres. Tan solo en 2020, se detectaron 2.3 millones de casos y lamentablemente fallecieron más de 685,000 mujeres. En México, el cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres. Ese mismo año se registraron casi 30,000 nuevos casos y alrededor de 8,000 muertes, lo que refleja la urgente necesidad de prevención y detección temprana (1).
Todos sabemos que la lactancia materna es fundamental para la salud del bebé, pero ¿sabías que también es un poderoso escudo protector para la madre? Amamantar ayuda a reducir el riesgo de que las mujeres desarrollemos enfermedades serias como la diabetes o los problemas del corazón. Y hay más: mientras más tiempo damos lactancia, mayor es esa protección (2).
Pero el vínculo entre madre e hijo a través de la lactancia va más allá de la nutrición. Hoy queremos profundizar en cómo este acto de amor se convierte también en un aliado clave para la salud de la mujer, especialmente en la prevención de una enfermedad que afecta a muchas: el cáncer de mama. Acompáñanos a descubrir por qué amamantar puede ser una decisión que cuida de por vida.
CÁNCER DE MAMA Y LACTANCIA MATERNA
Seguramente conoces a alguien que ha tenido cáncer. Esta enfermedad, que puede aparecer por muchas razones, desde factores genéticos hasta nuestro estilo de vida, nos ha tocado de cerca a la mayoría (3). Pero ¿Sabías que hay gestos cotidianos, como amamantar, que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecerlo? La lactancia materna no solo alimenta al bebé, sino que también actúa como un escudo para la madre, protegiéndola frente al cáncer de mama, de ovario y otras enfermedades.
Desafortunadamente, el cáncer de mama es el que más afecta a las mujeres en México (1). De hecho, desde hace años es el que mayor impacto tiene en su salud y calidad de vida. Frente a esto, resulta preocupante que, según la última Encuesta Nacional de Salud, solo 3 de cada 10 bebés menores de seis meses reciben lactancia materna exclusiva. Esta cifra es importante porque amamantar no solo es clave para el desarrollo del niño, sino que también ayuda a disminuir las probabilidades de que la madre desarrolle cáncer de mama (4).
Por eso, hoy la ciencia busca entender mejor cómo la lactancia ejerce este efecto protector. Se han realizado varios estudios que analizan tanto los factores que no podemos cambiar (como la genética o la edad) como aquellos que sí están en nuestras manos (como nuestro estilo de vida) (5), con el fin de explicar por qué amamantar se ha convertido en una herramienta clave en la prevención de esta enfermedad.
FACTORES QUE NO PODEMOS CAMBIAR.
Además de ser mujer, que es el principal factor de riesgo, existen dos aspectos cruciales que debemos tener muy presentes en nuestra salud mamaria. La primera es la edad: con el paso de los años, el riesgo de desarrollar cáncer de mama aumenta progresivamente. De hecho, la mayoría de los casos se diagnostican después de los 50 años, por lo que los chequeos regulares se convierten en una parte esencial de nuestro cuidado conforme vamos cumpliendo años (5).
El segundo aspecto importante es la historia familiar: si tu madre, hermanas o hijas han tenido cáncer de mama, tu riesgo puede ser mayor. Para dimensionarlo, piensa que aproximadamente una de cada cinco mujeres diagnosticadas tiene un familiar cercano que también desarrolló esta enfermedad. Conocer estos factores nos ayuda a entender por qué algunos controles pueden ser especialmente importantes en nuestras circunstancias particulares (5).
FACTORES QUE SÍ PODEMOS CAMBIAR
Estos son los factores que dependen de nuestras decisiones. El consumo de alcohol y tabaco aumenta el riesgo, así como la exposición prolongada a ciertas sustancias químicas presentes en pesticidas o productos industriales. Algunos medicamentos, como las terapias hormonales prolongadas, también pueden influir. El mantener un estilo de vida activo y saludable también no pueden dar protección (5).
Aquí un hecho que no podemos perder de vista: amamantar es una decisión que protege. Dar el pecho no solo beneficia al bebé con nutrientes y defensas, sino que ayuda a nuestra salud mamaria de varias formas. Durante la lactancia, nuestros niveles de estrógenos disminuyen y el tejido mamario se renueva, eliminando células que podrían dañarse. Los estudios muestran que amamantar reduce el riesgo de cáncer de mama entre un 7% y 26%, dependiendo de su duración (3).
Aunque no podemos cambiar nuestro sexo, edad o genética, sí podemos elegir amamantar cuando sea posible, evitar el alcohol y tabaco, reducir la exposición a sustancias químicas dañinas y elegir un estilo de vida con actividad física y alimentos saludables. La lactancia materna se revela así como un acto de amor que cuida tanto al bebé como a la madre, ofreciéndonos una herramienta más en la prevención de esta enfermedad. La información es nuestra mejor aliada. Conocer estos factores nos empodera para tomar decisiones informadas sobre nuestra salud mamaria. Por eso ahora queremos hablarte de la lactancia materna.
LA LECHE MATERNA: UNA PROTECCIÓN QUE BENEFICIA A MADRE E HIJO
La leche materna es un verdadero regalo de la naturaleza, una sustancia maravillosa que va mucho más allá de la nutrición básica. Contiene componentes especializados que funcionan como un escudo protector tanto para el bebé como para la madre, creando un vínculo de salud que perdura en el tiempo. Para el bebé, la leche materna actúa como una primera vacuna natural, proporcionando defensas que lo protegen de infecciones mientras fortalece su sistema inmunológico desde los primeros días de vida. Este alimento único también promueve un desarrollo intestinal saludable y crea durante el amamantamiento una conexión emocional profunda entre madre e hijo que resulta fundamental para el bienestar de ambos (2).
Pero los beneficios se extienden también a la madre. La lactancia representa una forma natural de cuidado preventivo, ya que reduce el riesgo de desarrollar diversas condiciones de salud como diabetes tipo II, artritis, depresión posparto y, muy importante, cáncer de ovario y de mama. Esta protección surge de mecanismos naturales fascinantes: durante la lactancia, el cuerpo de la mujer experimenta una reducción natural en los niveles de estrógenos, hormonas que en exceso pueden favorecer el desarrollo del cáncer de mama. Simultáneamente, el tejido mamario se renueva y libera sustancias potencialmente dañinas (5).

La evidencia científica respalda firmemente estos beneficios protectores. Las investigaciones demuestran que las mujeres que amamantan reducen de manera significativa su riesgo de desarrollar cáncer de mama. Quienes dan pecho por más de doce meses logran hasta un veintiséis por ciento de reducción del riesgo, mientras que incluso períodos más cortos de lactancia ofrecen una protección valiosa. Cada mes de lactancia contribuye a construir una barrera natural de protección para la salud mamaria (3,5).
Este círculo virtuoso de la lactancia representa uno de los mejores ejemplos de cómo el cuidado del bebé y el autocuidado de la madre se entrelazan armoniosamente, creando un legado de salud que se extiende mucho más allá del periodo de amamantamiento.
CONCLUSIÓN
El cáncer de mama es un desafío de salud global, pero contamos con herramientas accesibles de prevención. La lactancia materna se revela como un acto de doble beneficio: mientras nutre al bebé, protege a la madre. Este proceso natural activa mecanismos que reducen significativamente el riesgo de desarrollar cáncer mamario. La ciencia confirma que a mayor duración de la lactancia, mayor protección. Esto es crucial en México, donde las tasas de lactancia exclusiva aún son bajas. Frente a factores que no se pueden cambiar, como la edad o la herencia genética, amamantar se convierte en una decisión empoderadora.
Combinada con hábitos como evitar alcohol y tabaco, la lactancia constituye una estrategia natural de prevención. Informarnos sobre estos beneficios nos permite tomar decisiones conscientes que impactarán positivamente en nuestra salud a largo plazo. Promover la lactancia es invertir en el bienestar futuro de las mujeres mexicanas, construyendo juntas una cultura de prevención que salva vidas.
REFERENCIAS
Ramli, Fatin Izzati, Praveen Thokala, Thaison Tong, y Karla Unger-Saldaña. 2024. «Understanding Breast Cancer Patient Pathways and Their Impact on Survival in Mexico». Journal of Cancer Policy 40 (junio): 100482. https://doi.org/10.1016/j.jcpo.2024.100482.
Saura, Cristina, Carolina Ortiz, Judit Matito, et al. 2023. «Early-Stage Breast Cancer Detection in Breast Milk». Cancer Discovery 13 (10): 2180-91. https://doi.org/10.1158/2159-8290.CD-22-1340.
Brewer, Gabrielle. 2023. «Breast Milk for Breast Cancer Detection». Nature Reviews. Cancer 23 (12): 801. https://doi.org/10.1038/s41568-023-00636-9.
Afeiche, Myriam C., Salvador Villalpando-Carrión, Kathleen C. Reidy, Lisa R. Fries, y Alison L. Eldridge. 2018. «Many Infants and Young Children Are Not Compliant with Mexican and International Complementary Feeding Recommendations for Milk and Other Beverages». Nutrients 10 (4): 466. https://doi.org/10.3390/nu10040466.
Xiong, Xin, Le-Wei Zheng, Yu Ding, et al. 2025. «Breast Cancer: Pathogenesis and Treatments». Signal Transduction and Targeted Therapy 10 (1): 49. https://doi.org/10.1038/s41392-024-02108-4.
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